Entrevistas iniciales en psicosomática

XX Encuentro de discusión y XV Symposium: Sobre la angustia
16, 17 y 18 de octubre de 1997
Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados

Carlos E. Rusconi | Susana Traba | Elsa Weisz


Reflexiones sobre entrevistas iniciales en psicosomática
Sus dimensiones

                                                                                                                  

La entrevista psicológica clásicamente es considerada un instrumento fundamental del método clínico en el que se aplica y verifica el conocimiento científico.
La entrevista configura un campo entre el entrevistado y el entrevistador, del cual dependerá lo que en ella acontezca.
En este trabajo trataremos de circunscribirnos a las características particulares que adquiere este campo en el encuentro con pacientes que presentan trastornos psicosomáticos.
Diferentes pueden ser las variables en juego que constituyan este encuentro. En principio nos preguntamos: ¿quién nos deriva el paciente?, ¿cómo nos derivan al paciente?, ¿con quién lo entrevistaremos?, ¿dónde lo entrevistaremos?
La entrevista puede tener lugar en un hospital, en los consultorios externos de servicios especializados, podrá ser realizada por un equipo interdisciplinario o en nuestra practica privada; cada uno de estos encuadres configurará un campo especial de la entrevista.
Si bien el emergente es relacional, tratamos en la entrevista que el campo se establezca predominantemente en relación con las características de la personalidad del paciente.
La primera entrevista psicológica, como situación nueva tiene importancia por si misma y por que ejercerá influencia en el tratamiento posterior.
Pensamos que según las características que adquiera el campo dinámico que se estructurará en base al interjuego transferencia-contratransferencia en este primer encuentro, será lo que nos guíe en la implementación practica del abordaje y desarrollo de la misma. Desde nuestra concepción,  las primeras entrevistas podrán entonces ser más o menos libres o pautadas, con utilización o no de protocolo y/o aplicación de técnicas auxiliares (gráficos, lúdicas, test).
Creemos importante destacar la función terapéutica que representa la primera entrevista per se, en general y en particular con este tipo de pacientes en los cuales la demanda se halla ligada a un padecer somático.
Si tenemos en cuenta, que lo que estructura la situación analítica específicamente con ellos  es la demanda acerca de un saber que no  saben a propósito de su enfermar, la función terapéutica estaría orientada a producir giros y transformaciones en la posición subjetiva con respecto  a su padecer.
Para esta presentación metodológicamente hemos elegido centrarnos en algunas de las dimensiones que creemos son paradigmáticas de los primeros encuentros con estos pacientes. Pensarlo desde estas dimensiones nos  posibilita aproximarnos a la complejidad teórico-clínica de esta temática  y a la vez  nos permite proponerles  un modelo de abordaje:
1. Desde la dimensión de la  teoría
2. Desde la dimensión del cuerpo
3. Desde la dimensión del analista
4. Desde la dimensión la contratransferencia
5. Desde la dimensión del discurso
6. Desde la dimensión de la clínica
7. Desde la dimensión de los afectos
8. Desde la dimensión de lo interdisciplinario

1. Desde la dimensión de la  teoría
Partimos del supuesto general de  que en  cada ser humano existen articulaciones posibles entre 1) las vicisitudes acaecidas en el vínculo temprano madre e hijo y su resolución; 2) la historia de vida del sujeto ( sus duelos, crisis vitales, etc.) y 3) los hechos y sucesos en los que estaba inmerso en el tiempo de aparición de la enfermedad. Esta particular articulación propia de cada sujeto facilitará o no la aparición de un desequilibrio somático, así como una teoría de su enfermar.
Acerca de su enfermar, una paciente, María nos cuenta: “Me enfermé tres meses después de la muerte de mi padre, me apareció el tumor, nunca superé la muerte de papá...”más adelante dice “la tristeza y la soledad son la causa, la gente se enferma de esto; pienso que esas cosas influyen sobre la enfermedad”
O sea, creemos  que  existe una modalidad particular de organización del aparato psíquico, que determina un modo de funcionamiento característico propio de cada ser humano. De esta manera los llamados pacientes “psicosomáticos” no son una excepción, por lo tanto no responderán necesariamente a un solo patrón descriptivo, sino a una particular articulación predominante, al modo de las series complementarias.
Desde esta postura pensamos, que  si bien todos eventualmente  estamos expuestos a una posible descompensación somática, nuestra intención en esta oportunidad será tratar de delimitar  algunas de las particularidades del funcionamiento psíquico que se pueden manifestar en ciertos sujetos cuando padecen descompensaciones somáticas. Dichos pacientes podrían o no acercarse por sus modalidades a los llamados clásicamente “psicosomáticos”.
La falta de validez consensual de nuestras categorías clínicas nos plantea  un problema metodológico,  que en la práctica nos enfrenta con el interrogante de cómo sostener como psicoanalistas el espíritu  freudiano, cómo y  desde dónde comprender para luego conceptualizar en la teoría  y retomar luego la clínica en un movimiento dialéctico de retroalimentación.

2. Desde la dimensión del cuerpo
Desde un nivel ontológico nos encontramos con un cuerpo que se arroga el ser del sujeto, él es ese cuerpo enfermo, él es la enfermedad. Estando alienado el ser en el cuerpo, asumiendo este la identidad.
Desde un nivel comunicacional,  pensamos a esta dimensión del cuerpo como una forma de comunicación arcaica, determinada por  los efectos  fácticos del cuerpo  del paciente.
Se generará en esta dimensión una relación, un campo de situaciones particulares.
Se impone un cuerpo, que en la huella de su presencia  nos reclama. Peso de una anatomía real de la que es muy difícil descapturar nuestra escucha y nuestra mirada. Rotunda presencia que provoca en el analista una primitiva respuesta cuerpo a cuerpo. Viene al encuentro un cuerpo “tomado” por lo no inscripto, lo no ligado.
Nosotros, como analistas, muchas veces en la clínica nos encontramos ofreciéndonos como prótesis corpórea. El cuerpo del paciente ¿será entonces un cuerpo para tocar, para mirar, para acercarse, para comprender, para sostener, para completar? Lo confronta al analista con su propio cuerpo, con los límites del mismo, su posibilidad de enfermar y su finitud. Es una situación diferente, ineluctable lindando con el orden de lo siniestro.
La contratransferencia, su desciframiento y comprensión, juega en estos casos un rol fundamental.

3.Desde la dimensión del analista
La presencia real del analista, será determinante en cuanto a la posibilidad de producir un efecto; así como su cuerpo erógeno, sus actos y las respuestas que éste dé al paciente.
El analista ofrece a través de su palabra, construcciones que aluden tanto a la falta de lo  inscripto como a lo de lo no ligado. Construirá junto con el paciente el saber que este no sabe; armando historias de las que hablar y que nos hablen de una historia de vida con sentidos. Es esta  una manera de ver, escuchar y comprender al que padece en su integridad psicosomática, permitiéndole establecer o construir una unidad perdida o inexistente.

4.Desde la dimensión de la contratransferencia
El primer contacto con estos pacientes nos lleva a enfrentarnos con situaciones que ponen en juego nuestras sensaciones, nuestro cuerpo sensible, nuestra inteligencia, nuestras emociones más arcaicas, nuestros miedos y nuestro amor. Contransferencia en la que está incluido todo el ser del analista.
Lo que sucede en nosotros muchas veces nos pone en evidencia, nos enseña acerca de los que les pasa a ellos, de sus sentimientos.
Green dirá, el “mito de  referencia” del analista, construido por la escucha de nuestros pacientes, por la lectura de los predecesores, nuestros maestros, por el diálogo con colegas..., y en el vestigio de nuestro propio análisis, será los que nos permita acercarnos o alejarnos a la especificidad de relación de estos pacientes.
Mediante la presencia del analista con su función de sostén se posibilitará al paciente a articular su demanda, o a constituirla y constituirse por la palabra en relación con su historia.
El terapeuta actuará como holding del paciente, tolerando  lo sentido y lo no sentido por éste hasta tanto pueda registrarlo e incorporarlo como propio a su vivenciar afectivo.

5.Desde la dimensión del discurso
En esta clínica, podemos encontrarnos con un discurso  de los  llamados “como si”,  un discurso aprendido, una fachada simbólica, descripto así de diferentes maneras por varios autores.
En relación con la palabra, observamos que el uso de la misma frecuentemente no es más que algo que trasmite información, algo como si fuese un movimiento mecánico, una articulación sonora. Las partes de su cuerpo, la referencia al sufrimiento y a sus lesiones, a las prácticas médicas, a las intervenciones quirúrgicas y en general  las palabras prestadas del discurso médico son el contenido principal de su relato.
María dice: “Me enfermé tres meses después de la muerte de mi padre, me apareció el tumor, nunca superé la muerte de papá...”
¿Estos contenidos afectivos a qué responden? Nos interrogamos si no serán del orden de la mera trasmisión repetitiva de información, acopiada en el largo recorrido anterior a la consulta, como es habitual en estos pacientes.
La tonalidad afectiva que denota su discurso, el nexo que establece entre la muerte de su padre y su enfermar, así como las vicisitudes en relación con los hechos significativos de su vida y aún hasta supuestas involucraciones culpójenas, ¿responderá esto a un proceso elaborativo? ¿Qué nos dice a nosotros como analistas?¿Nos habla de una historia cargada de sentido? ¿Nos habla de alguna otra escena?... ¿Y si así lo fuera? ¿Qué es lo que desde la mente desborda en el cuerpo? ¿Qué es lo que es enfermar para ellos? ¿Qué sutura o en lugar de qué aparece la enfermedad?

El lenguaje tiene un valor comunicativo y un valor relacional, en este sentido los pacientes con una dolencia en el cuerpo, más allá de querer comunicar algo, afectan al analista. Tal vez, como única modalidad posible de establecer un vínculo yendo más allá de lo trasmitido, posiblemente respondiendo a profundas necesidades primarias, manifestación  de su desamparo e indefensión.

6. Desde la dimensión de la clínica
Con estos pacientes surge la necesidad y la urgencia de hacer un diagnóstico pues nos plantean el dilema en la primera entrevista, de estar  frecuentemente limitados en tiempo y espacio. Son pacientes que podemos llegar a verlos sólo una vez y nunca más. Muchas veces presionados por la gravedad de la patología orgánica, el riesgo de muerte y su falta de registro; otras por las limitaciones de las modalidades asistenciales.
Nos preguntamos acerca de la posibilidad frente a esta patología de cómo lograr síntesis operativas de los múltiples abordajes posibles, así como de las variadas teorizaciones que existen sobre las mismas. Síntesis que más se asemejen a nuestra modalidad de comprensión, a nuestro estilo interpretativo y que nos permitan intervenciones más eficaces frente al sufrimiento del paciente.

7. Desde la dimensión de los afectos
Cuando un paciente se manifiesta acongojado, haciendo alusión a estados afectivos referidos a su padecimiento, nos lleva a pensar sobre el estatus de estos afectos para el mismo. A veces nos hablan de estados de angustia, ¿a qué clase de angustia se referirán? ¿Podemos hablar de angustia en un paciente psicosomático? ¿Puede ésta ser entendida como tal? Creemos que la referencia a la angustia es descriptiva, fenomenológica. Está localizada en el dolor, el sufrimiento corporal, en la falta de comunicación del diagnóstico, en las penosas intervenciones médicas y en el pronóstico y evolución a veces impreciso de la enfermedad.
Nos preguntamos entonces acerca de la presencia o no de angustia, en su status metapsicológico. Trataremos de evaluar la aparición de la angustia señal, en términos de la segunda teoría de la angustia de Freud.
Generalmente, estos  pacientes no perciben los signos que su propio cuerpo emite, estos signos entonces, no llegan a constituirse en señales. Si la significación se diera en el devenir del tratamiento, sería un indicador de índole diferencial para el diagnóstico y pronóstico en relación con la posibilidad de insight, de establecer un vínculo terapéutico y su futura evolución.

8.Desde la dimensión de lo interdisciplinario
Entendemos la noción de lo interdisciplinario como una forma de integrar el objeto de estudio, que implica una concepción acerca de la enfermedad y de su asistencia y que en su aplicación denominamos la organización del enfermar y del asistir.
Esta dimensión crea por su constitución un espacio simbólico en el que se despliega el holding asistencial. Creemos que este espacio posibilita a los pacientes integrar y verbalizar determinados aspectos de su historia que han permanecido clivados. En ocasiones solemos escuchar expresiones como, “no me imaginé que iba a contar cosas tan personales, nunca las comenté con nadie, tampoco me las preguntaron”.
Consideramos que la posición del sujeto y la posición médica, pueden determinar la evolución de la enfermedad y su abordaje. Dicha evolución y abordaje no están preestablecidos, sino que se van constituyendo en el devenir de una relación entre el sujeto consigo mismo y con el equipo asistencial.
De esta estructuración dependerá el encuadre y el tipo de intervenciones que el equipo realice.


BIBLIOGRAFIA

Balint, M.;  "El médico, el paciente y la enfermedad." Editorial Libros Básicos.
Celeriene, M. C.;  "La somatización. Una patología del apego y la influencia." Rev. de Psicoanálisis Nro. 4, Año 1995.
Freud, S.; "Inhibición, síntoma y angustia". Amorrortu editores, vol. XX
Green, A.; "La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud". Amorrortu editores.
Liberman, D.; "Del cuerpo al símbolo". Editorial Paidós.
Marty, P.; "La psicosomática del adulto". Amorrortu editores.
Marucco, N.; "La función analítica y la presencia del analista". Rev. de Psicoanálisis Nro. 3, Año 1995.

Sami-Ali; "Pensar lo somático". Editorial Paidós.

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